DESARROLLE EN SU HIJO UN CORAZÓN DE SOÑADOR
sábado 3 julio 2021

DESARROLLE EN SU HIJO UN CORAZÓN DE SOÑADOR

Si alguien me enseñó a soñar fue ella: mi mamá. Ella era una mujer pequeña de estatura, morena, con sexto grado de la escuela, es decir, sin estudios, abandonada por su mamá y lastimada en su infancia. Ella no tenía capacidad para soñar, pero cuando Dios se reveló a su vida, se despertó en ella una admirable habilidad de trabajar, de soñar, de creer y de siempre mirar las cosas en positivo.

Mi mamá nos enseñó que ese terreno se podía comprar. Nos enseñó que ese edificio se podía construir. Nos enseñó que luego de construir esto, había que comprar otro terreno, y construir algo más grande. Nos enseñó desde niños a soñar con nuestra casa propia. Esa era mi mamá. Ella me enseñó a soñar.

Los padres tienen un gran reto: enseñar a sus hijos a soñar. Hay padres que continuamente les dicen a sus hijos: “No podemos”, “tú no lo vas a lograr”, “no hay cómo”. Dejando en su hijo este sinsabor de desesperanza o de incapacidad aprendida.

Los sueños nos permiten ver en nuestra imaginación, lo que va a ocurrir en el futuro. Tienen que ver con el propósito que debemos cumplir, con la misión que vamos a vivir. Nos proyectan en el tiempo, y generan dentro de nosotros ilusión, alegría, pasión, y entusiasmo. Por eso, un buen padre y una buena madre le ayudan a su hijo a encontrar sus sueños al aceptarlo, amarlo y bendecirlo. Nosotros debemos impulsar a nuestros hijos al destino para el cual nacieron, y ayudarles a descubrir su propósito en la vida.

Le comparto varias recomendaciones para desarrollar en nuestros hijos el anhelo de soñar y llegar alto:

·       1. Fomente en ellos fe y esperanza.

Invíteles a ver más allá de lo que tienen frente a sus ojos. Los sueños no tienen nada que ver con cuánta abundancia usted tenga. Aunque yo no lo vea claro, yo tengo que impulsarlos a la grandeza. ¿A cuál grandeza? Aquella de la que habló Jesús: “ustedes harán cosas todavía mayores de las que yo he hecho.” (Juan 14:12, TLA). Este es el mensaje que debemos sembrar en el corazón de nuestros hijos. Ellos nacieron para romper las marcas alcanzadas por nosotros.

·       2. Sea ejemplo de alguien capaz de construir una historia.

No viva como víctima quejándose por todo y de todos; sus hijos necesitan el ejemplo de un luchador. Recuerde, la capacidad de disfrutar la vida no la determina el lugar de donde vengo, el color de mi piel, la estatura que tengo, el salario que yo gano; más bien, la determina la actitud que tengo en mi corazón, la fe que apasiona mi alma y el gozo que dejo que domine mi vida.

·       3, Invítelos a pensar en su futuro.

Hágales preguntas como: “¿A dónde te ves cuando seas grande?”, “¿qué sueños te gustaría cumplir?”. Tenemos éxito al cumplir nuestros sueños y cuando alcanzamos aquello para lo cual hemos sido apartados y elegidos. No significa que mi misión es alcanzar X cantidad de cosas, o ser multimillonario; ese no es el sueño que debemos sembrar en el corazón de nuestros hijos. Pero sí debemos enseñarles a ser mayordomos fieles de los recursos que Dios ha puesto en sus manos y animarlos a multiplicarlo.

·       4. No les imponga sus propios sueños.

Los sueños de mis hijos no pueden nacer de mis deseos impuestos o mis sueños frustrados. Los sueños son algo personal, auténtico, y vienen del corazón. Los sueños nacen cuando despierto la ilusión de llevar adelante algo que me apasiona y con lo cual me identifico. Quiere decir que el llamado y la misión que debemos cumplir es personal, no se puede imponer y no se puede imitar. El propósito es una inspiración personal que cada uno tiene que aprender a descubrir.

·       5. Ayude a sus hijos a aceptarse a sí mismos.

Ayude a sus hijos a encontrar sus propios sueños, para lograrlo, debemos aceptarlos tal cual son y llenarlos de afirmación. Invierta tiempo en ellos, para ayudarles a descubrir su inteligencia dominante y acompáñelos a realizar lo que les gusta y les apasiona.

·       6. Enséñeles que con esfuerzo y disciplina es posible alcanzar las metas.

Los sueños no son construidos solamente por el deseo. Los sueños los construye el carácter manifiesto a partir de los valores fuertes y firmes que cada uno de nosotros tiene. Incluso la adversidad puede ayudarle a nuestros hijos a formar su carácter, a ponerlos en el lugar correcto y a llevarlos a vivir lo que Dios tiene para ellos. Tenemos que enseñarles a caminar cuando no sientan, a perseverar cuando no vean, y a creer que la promesa de Dios se va a cumplir.

·       7. No destruya los sueños de sus hijos

¿De qué forma puede destruir los sueños de sus hijos? Con palabras que descalifican, como: “No podemos”, “nosotros no nacimos para esto”, “otros sí pueden”, o cuando los comparamos.

Enseñe a sus hijos a soñar. Haga que siempre tengan un sueño que les inspire, les rete, y les desafíe. Quien no tiene un sueño que le inspire llegará a cualquier lugar o se parecerá a alguien más, menos a él mismo. Por eso, al animar a que nuestros hijos tengan sueños propios, los guiamos a descubrir quiénes son. Todos necesitamos dirigirnos a un destino, recorrer un camino, y tener una dirección.

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