PONIÉNDONOS A CUENTA
domingo 5 febrero 2017

PONIÉNDONOS A CUENTA

Un día mientras estaba pensando le pregunté al Señor: “¿Qué pasará cuando estemos en el cielo?”. Entonces vino a mi mente una palabra: “Si no nos ponemos a cuenta acá, no llegamos allá”. Y Dios me enseñó a través de mi experiencia de vida. A veces, cuando estoy un poco agobiado y siento que me faltan fuerzas, enseguida Dios viene en mi auxilio. En una oportunidad me dijo “Tienes que cerrar los capítulos abiertos que hay en tu vida” Y lo entendí después, hablando con mi hijo Elías que está en Estados Unidos. Le comenté “Este celular que tengo no lo sé manejar muy bien. Resulta que lo cargo y enseguida se me agota la batería”. El me preguntó “¿Cuánto hace que no cierras las aplicaciones?” “¿Qué aplicaciones?” “Los capítulos que abres… así lo entiendes”. “Nunca lo hice” Bueno, había como 1.000 aplicaciones y empecé a sacar todo lo que había abierto durante dos años y estaba ahí. ¡Por eso la batería se me consumía en un segundo!

Comprendí lo que el Señor me quiso decir con cerrar los capítulos abiertos. Llevaba una mochila sobre mis hombros que consistía en las cosas que no había arreglado en mi vida y con algunos hermanos. Es decir, las cosas que estaban pendientes. Es la misma mochila que llevamos todos, razón por la cual muchas veces no tenemos ganas, no tenemos fuerza, sentimos apatía, nos duele esto y lo otro, o nos sube la presión. Y nos preguntamos “¿Qué pasa? Si yo estoy sirviéndote Señor” La respuesta es que tenemos demasiados capítulos abiertos sobre nuestros hombros de relaciones entre nosotros, de los problemas que solemos tener con hermanos. Si tú tienes problemas con otro pastor, debes saber que ese hombre es un siervo del Señor, es tu hermano, es tu prójimo. Si no quieres amarlo como siervo ni como hermano, ámalo como prójimo, porque La Biblia dice “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No puedes estar peleado con tu prójimo, tienes que cerrar ese capítulo, abrazarse, pedirse perdón y declarar “Hermano, está todo bien, te abrazo, te amo y estaré orando por ti”. De esta manera cerramos los capítulos que tenemos abiertos.

Ese capítulo abierto, esta mochila, no te permite trabajar. ¡Arréglala! Seguramente te despiertas muchas veces pensando en ese problema. ¡Soluciónalo ya, sea como sea! Si alguien se equivocó contigo, perdónalo. De lo contrario aparecen las enfermedades, los problemas físicos. Si te pones a cuenta, podrás correr siete manzanas y no te cansarás, serás capaz de trabajar el doble de tiempo. Pero debes sacarte todas las cargas de encima.

Recuerdo que llamé por teléfono a un hermano que había tiempo que no veía y se puso a llorar. La esposa me contó “Este fue el día más feliz de su vida”. Me costó hacerlo, porque me di cuenta de que había un capítulo abierto, algo que no estaba arreglado, pero lo llamé. Y comencé a darme cuenta de todas las cosas que todavía tengo que arreglar, que no son tan importantes (las más importantes ya las arreglé) pero necesito pedir perdón y lo voy a hacer por amor a mi hermano y por amor a mi mismo.

Todos queremos tener éxito en el ministerio, pero para ellos necesitamos cerrar los capítulos abiertos en nuestra vida, sea con quien sea. Si no lo hacemos, tarde o temprano perderemos la unción, la fuerza, la voluntad y nos sentiremos abatidos, cansados, desganados. ¡Arréglalo ya! Si es algo de tu vida anterior, antes de conocer al Señor, ciérralo; si le debes algo a alguien, haz un esfuerzo y paga lo que debes; si realmente no tienes necesidad y alguien te debe algo, ve y dile “No me debes nada, vamos a darle gracias a Dios, yo te regalo con todo mi corazón” Cuando las cosas no están cerradas, siempre habrá alguien criticándote, juzgándote, y eso también repercute sobre tu vida. ¿Sabías que en el mundo espiritual funcionan así las cosas? Si anhelamos realmente un avivamiento, empecemos por nosotros mismos. 

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