FE PÚBLICA
jueves 30 noviembre 2017

FE PÚBLICA

Fe Pública es hoy por hoy el camino que la iglesia ha emprendido para darse a conocer como sal y como luz y a Jesucristo como Señor y Salvador. Años atrás la fuerza del hábito nos haría dibujar un templo con un camino y gente entrando al recinto. Hoy dibujaríamos muchos caminos desde el edificio y gente saliendo de el para derramarse sobre la ciudad con la intención de transformarla.

LA POSICIÓN TRADICIONAL

El pensamiento humanista y racionalista nació en el seno de los países protestantes. Libre pensadores, reformistas, hicieron una gran contribución para la revalorización del individuo. El valor del ser humano como tal y la persona como ser social en igualdad de oportunidades regidas por la equidad; hoy parecería todavía una meta a lograr. Sin embargo como todo proceso que no permanece bajo la voluntad y dirección de Dios, se pervierte conduciéndonos a “verdades relativas” que licuan el evangelio, “cada uno tiene su verdad”, “debemos respetar al otro en sus creencias”, “no debemos invadir la privacidad” etc., etc. Esta y otras posturas similares suenan muy bien pero son la antesala de otras definiciones como “yo hago con mi vida lo que quiero”, “cada uno tiene libertad de elegir el tipo de pareja de prefiera”, “debemos abrogar por el libre consumo de la droga” etc., etc.

Así también toda esta corriente afectó el pensamiento y la práctica de la iglesia, apareciendo el denominacionalismo, como expresión de libertad y libre elección. Pero no se puede construir una práctica en detrimento de un principio tal como la unidad de la iglesia “solícitos en guardar la unidad”.

Lo que más perjudicó fue que adormeció el espíritu de expansión del Reino. Le quitó a la iglesia el impulso de ir en busca del perdido. Por años se presentó el evangelio como una opción y no como el único camino, y aún en círculos evangélicos se podrá escuchar, la fe es una cuestión subjetiva y el individuo debe elegir la suya libremente; Dios mira la sinceridad del corazón, son diferentes nombres de Dios, el asunto es que el hombre sea sincero y permanezca fiel a su conciencia y a sus creencias, la experiencia de constante deterioro de la sociedad nos ha llevado más y más “hay un solo Dios y un solo mediador, Jesucristo hombre”.

La mayor crisis en nuestro país no será política o económica, aclaremos que toda crisis es un fenómeno que puede cambiar una sociedad para bien, será religiosa cuando la fe en búsqueda de su pureza original, vuelva a su fuente y los líderes espirituales tengan que reconocer que la idolatría y el sincretismo amordazan y ahogan la vida espiritual. Al salir de sus “guetos” la iglesia sale con un mensaje claro y único: Jesucristo, “porque no hay otro nombre, dado a los hombres en que podamos ser salvos”. Al salir para anunciar el Reino de los cielos, la iglesia se viste de secularidad haciendo el mensaje accesible a toda persona. Al contacto con el mundo para comunicarle la verdad de Dios, la iglesia descubre el poder de Dios para sanar, se anima en la lucha espiritual enfrentando la realidad de que el mundo entero está bajo el maligno y que el “dios de este siglo cegó el entendimiento de ellos para que no les resplandezca la luz del evangelio”.

Al enfrentar el desorden y la corrupción de la sociedad la iglesia redescubre sus verdades morales, éticas y sociales, su capacidad de liderazgo y advierte que la cuestión de discipular naciones tiene una faceta espiritual que se relaciona con el principio de Jesús “vence con el BIEN el mal”. Ocupar los lugares públicos es un aspecto de esta verdad. Pero convertirse en una persona de fe pública es el propósito reiterado de Dios. La intención de vivir como luminares.

La descomposición y desmoralización a nuestro alrededor nos da la oportunidad con poco esfuerzo de producir impactos de vida, debemos aclarar no discurso teológico de conflicto sino forma de vivir, simpatía, buen humor, actitudes que revelan la presencia del Señor en nuestras vidas, Jesucristo no es simplemente una práctica religiosa, la adhesión a un culto determinado, sino una manera de vivir donde Su presencia y sus principios se trasuntan en una forma natural que no choca, nuestro interés y oración por las necesidades del otro nos acercan a el sin rechazos, ni resistencias. Es decir el plan de Dios sigue siendo el mejor.

LA IGLESIA EN EL NUEVO TESTAMENTO

Toma su ejemplo en Jesús quien fue en búsqueda de la multitud y que siempre provocó sus impactos en las formas más originales que tenían que ver con la vigencia del Reino, deteniendo un desfile funerario y tocando el féretro, parándose frente a la tumba de Lázaro y clamar, alimentando a multitudes, prodigios, señales y maravillas son para el impacto al gran mundo y no para nuestro pequeño mundo.

En Hechos 2 la iglesia inconscientemente pretende recibir al Espíritu Santo en una experiencia de puertas adentro y privada, pero el Espíritu Santo guía de Jesús, y ahora guía de la iglesia, provoca un encuentro multitudinario donde exhibe los resultados de su presencia en la vida de los cristianos.

Pentecostés es una experiencia pública con resultados públicos. Impacto que hoy anhelaríamos repetir. ¿Porque celebramos Pentecostés hoy en recintos que nos limitan? ¿No sería bueno celebrar en las plazas del país e invitar a toda la población a un encuentro con el Dios vivo quien nos bendecirá y renovará?

Observando en Hechos 2:6, la Escritura nos dice que se juntó la multitud y estaban confusos, Dios nos invita a buscar la multitud y no temer que se confundan “el Espíritu Santo los tocará…” y se añadieron aquél día como 3000 personas. En Hechos 2:46 se nos dice que los cristianos se reunían todos los días en el templo, ese templo era en realidad un lugar no exclusivo, sino inclusivo, iban todos, fariseos, saduceos, sacerdotes, pueblo y ahora “los del Camino” así les llamaban a los seguidores de Jesús.

Cada día la iglesia vivía una experiencia pública de oración y adoración… y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos. Al seguir leyendo el relato del desarrollo de la iglesia, según el itinerario que Lucas nos traza, notamos que la presencia de la iglesia en cada ciudad era un hecho público, que impactaba las estructuras organizativas de la ciudad, provocando cambios que todos advertían. Hoy exprofeso debemos buscar que nuestra presencia sea un impacto socioeconómico-espiritual en la vida de nuestra ciudad. De aquéllos se decía “estos que trastornan el mundo han llegado hasta aquí”.

EL ROL DE LAS SEÑALES Y PRODIGIOS

Es evidente que en el ministerio de Jesús, los milagros ocupan un lugar de catalizador del nombre de Jesús, comenzó a ser requerido de todos, ya fuera por necesidad o por curiosidad, sanidades, liberaciones, fenómenos que alteraban lo natural, resurrecciones, todo ello se unía para hacer de Jesús un nombre conocido y popular y el Reino más y más apetecido (Lucas 16:16).

Una ligera lectura en los evangelios nos convencerá rápidamente que la expansión del Reino estaba directamente relacionada con los beneficios que la gente podía disfrutar. Lo buscaban, lo seguían, le imploraban, Él tenía algo para darles que cambiaba su situación, y nosotros también. El efecto no solo se relacionaba con la popularidad sino con la adhesión. Los que eran beneficiados por algún milagro frecuentemente luego se transformaban en discípulos.

Mucho se habla de los 10 leprosos sanados milagrosamente y que solo uno volvió a Jesús; pero imaginemos lo que pasó con los otros nueve ¿no es lógico pensar que hablaban bien de Jesús? Al ir a la experiencia de la iglesia del N.T. pensamos en una declinación de milagros sin embargo recurrimos a los testimonios bíblicos de milagros y efectos. El paralítico en la puerta de la Hermosa, entrada al atrio de Israel donde se reunían los varones para orar, fue sanado en una acción pública de fe, el resultado de esto fue cierto desorden, discusiones, los discípulos Pedro y Juan fueron llevados ante el Sanedrín, resultados aparentemente negativos; sin embargo se convirtieron 5000 varones, la sanidad del paralítico era irrefutable y finalmente el propio comentario del Sanedrín “señal manifiesta ha sido hecha por ellos, notoria a todos los que moran en Jerusalén, y no lo podemos negar“ Hechos 4:16.

Hechos 5:12 es otro testimonio del lugar de los milagros “y por la mano de los apóstoles se hacían muchas señales y prodigios en el pueblo: y estaban todos unánimes en el pórtico de Salomón” Además dice la Palabra que el pueblo los alababa grandemente…otro resultado era que “los que creían en el Señor aumentaban más, gran número”. En este mismo contexto, como el pueblo era tan numeroso la ministración de los enfermos era en las calles (pública) en las puertas de las casas. Las ciudades y aldeas vecinas se volcaban a Jerusalén para recibir sanidad o liberación y todos eran sanados. Mientras el Reino se manifestó plenamente en la iglesia, los prodigios, señales y maravillas no cesaron. Las congregaciones nacían espontáneamente y rápidamente se transformaban en poderosas agentes del Reino de Dios.

Cuando el apóstol Pablo visita Tesalónica a las pocas semanas de su estadía, el impacto del evangelio sacudió la ciudad, gran cantidad de griegos se convirtieron al Señor, pero los judíos hicieron una revuelta y obligaron a Pablo a abandonar la ciudad. Bajo estas condiciones uno creería que la incipiente congregación desaparecería, sin embargo meses más tarde, Pablo les escribe (Iª Tes. 1:8) porque partiendo de nosotros ha sido divulgada la Palabra del Señor, no solo en Macedonia y Acaya, sino que también en todo lugar vuestra fe en Dios se ha extendido, de modo que nosotros no tenemos necesidad de hablar nada.

¿No es esto Reino en expansión, evangelismo de oración, fe pública y mucho más?

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