CÓMO ORAR EN FAMILIA
Tenemos un vehemente deseo de disfrutar la abrumadora presencia de Dios; comenzamos cerrando las puertas de afuera -los sentidos que nos conectan con el mundo exterior- y nos abrimos en nuestro espíritu humano, permitiendo que el río del Espíritu de Dios nos ministre en esa íntima comunión donde nos sentimos uno con el Señor (2 Corintios 3:17).
Creo que esta ha sido la experiencia de hombres de Dios que supieron comunicar a sus hijos lo sustancial de esta relación con el Padre, para que también ellos, sorprendidos por la realidad del Espíritu de Verdad, cubiertos de gracia y plenitud de gozo, transmitan de generación en generación la santidad, el amor, la justicia y la verdad de un Dios único, incomparable e irresistible para los que han aprendido a amar su presencia.
¿Es posible orar en familia?
Si bien ha sido una práctica constante de la Iglesia, nuestro actual estilo de vida lo dificulta en gran manera. Las complicadas sutilezas del adversario (1 Pedro 5:8), el mundo que asedia la vida familiar (1 Juan 2:16), las múltiples ocupaciones de los miembros y el afán de este siglo que ahoga La Palabra terminan complicando aún más la urgente necesidad que tenemos de orar en familia y recuperar el altar en el hogar.
“... los que por un solo Espíritu fuimos bautizados en un cuerpo … y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu” (1 Corintios 12:13).
La familia de Cristo, dijo Jesús, está formada por los que hacen la voluntad del Padre que está en los cielos (Lucas 8:21). El acuerdo se produce en los que están en un mismo Espíritu.
Doy gracias al Señor que toda nuestra familia está dedicada a este propósito de Dios de conocerle, entenderle y expresar a Jesús en sus vidas y la de sus hijos con quienes oran y comparten La Palabra de Dios.
Sabemos que el mundo entero está bajo el maligno (1 Juan 5:19), y este intenta destruir, de todas las formas posibles, lo que ha dado sustento y contenido a la sociedad actual: la familia según Dios.
Como padres junto a nuestros hijos, que son la herencia que Dios nos ha dado, seamos constantes en la oración por nuestra familia y por cada familia de nuestra nación argentina.
Oremos de acuerdo con Dios, con lo que Él anhela, declara y es conforme a sus palabras que“son espíritu y son vida” (Juan 6:63). La Palabra y la oración impartirán a Dios como vida en nosotros, tomemos algo de su esencia cuando entremos en comunión con Él y su Palabra; esta es su propio aliento ya que fue exhalada e inspirada por el Señor (1 Timoteo 3:16). Somos edificados cuando oramos a solas con Dios quien ve en lo secreto; Jesús practicó esta forma de orar (Marcos 1:35).
Cornelio con toda su casa oraba a Dios siempre. Tuvo una visión angelical y finalmente su familia y los que estaban en su casa, oyendo La Palabra de Dios, fueron llenos del Espíritu Santo. Dios se agrada de los que le temen y guardan su Palabra. ¿Habrá algo imposible cuando oramos de acuerdo con Dios? (1 Juan 5:14).
Pero qué gratificante y sorprendente resulta el hecho de reunirnos a orar unánimes, con toda súplica y ruego en el Espíritu Santo ¡Y en familia!