NUESTRO ADN: JESUCRISTO
domingo 12 mayo 2019

NUESTRO ADN: JESUCRISTO

Actualmente todos podemos descargar prédicas, charlas, conferencias en nuestro teléfono móvil o cualquier otro dispositivo. A veces algunas personas saben más de lo que está pasando en una ciudad de Honduras o en un ministerio en México, que de lo que está pasando en su propia iglesia. La tecnología se ha instalado en nuestro diario vvir, y como pastores, debemos tenerlo en cuenta. Años atrás era muy común hablar acerca de los últimos tiempos y de la venida de Cristo. Todos los mensajes, incluidas las canciones, anunciaban: “Cristo viene”.

Pero sorpresivamente, algo ocurrió, y hoy por hoy, parece que el Señor ya no viene. La música acompaña la teología y las dispensaciones que nos toca vivir; pensamos que el Reino de Dios hoy está entre nosotros, y que transformaremos la sociedad y nos quedaremos a vivir en ella. Pero en verdad nuestra ciudadanía está en el cielo y en este mundo somos peregrinos. Aunque prácticamente ya no se hable más de estos temas, hay un pasaje en Juan 14 que hace referencia a este asunto y al ADN del pastor:

No se angustien. Confíen en Dios, y confíen también en mí. En el hogar de mi Padre hay muchas viviendas; si no fuera así, ya se lo habría dicho a ustedes. Voy a prepararles un lugar. Y si me voy y se lo preparo, vendré para llevármelos conmigo. Así ustedes estarán donde yo esté. —Juan 14:1-3

En este pasaje, Jesús se refiere a Su regreso, y quiero subrayar esta expresión: … vendré para llevármelos conmigo. En el contexto donde anuncia que volverá a buscarnos, dice que Él vendrá a llevarnos con Él. Aquí entendemos la obra del Espíritu Santo, lo cual es importante para no estorbarlo y colaborar con Él: trabaja en formar a Cristo.  Los ángeles que separarán la cosecha serán capaces de identificarla, porque ellos vendrán a buscar a Jesús. Por tal motivo es fundamental que la imagen de Cristo sea formada en nosotros. Ese es nuestro ADN.

De nada sirve alcanzar el mundo, ganar almas, construir templos, escuelas y demás edificios, todas actividades loables, si perdemos el cometido principal: que Cristo sea formado en nosotros. Nuestro ADN es Jesucristo. Por eso, yo amo leer los evangelios y predicar sobre ellos. Hay pastores que siguen hablando del Antiguo Testamento como si nunca hubiera venido Cristo, pero en nuestro mensaje no podemos omitir al Señor. Podemos utilizar la sombra, que es el Antiguo Testamento, como una imagen ilustrativa, pero nuestro mensaje debe hablar de Jesús, porque formarlo a Él en los hijos de Dios es la tarea que viene a hacer el Espíritu Santo.

En 1869 Friedrich Miescher descubrió el ADN, al que llamó nucleína debido a que estaba en el núcleo de la célula. El ADN contiene la información genética que permite a la mayoría de los organismos vivientes funcionar, crecer y reproducirse. Al ADN se lo puede comparar con un conjunto de planos, y su descubrimiento, ha sido una verdadera revolución que ha permitido la identificación de personas en procesos de investigación. El ADN puede estar presente en la sangre, en el semen, en la piel, en un cabello, etc., y a través de él se ha logrado dilucidar situaciones complejas, como asesinatos. El ADN marca nuestra identidad, quiénes somos, y este es el centro del mensaje:

Jesús volverá a buscarnos y no se llevará con Él nada que no le pertenezca, que no tenga Su marca. El Señor solía utilizar monedas para ilustrar el hecho de que los hijos de Dios tenemos Su ADN, es decir, que le pertenecemos. Por ejemplo, en una ocasión mostró una moneda con la cara del César y enseñó: “Den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”. ¿Qué estaba diciendo? Que tú y yo estamos acuñados con la imagen de Dios; y así como Él miró la moneda y vio la imagen del César, si tú te miras con cuidado, verás que tienes la marca de Dios.

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